“La música es algo por lo que merece la pena vivir en la tierra”
(F. NIETZCHE)

Un simple rato de reflexión sería suficiente para mostrarnos la cantidad de similitudes y paralelismos que existen entre estos conceptos: Música y Vida.
Probablemente, ningún otro arte contenga tantas aproximaciones con la Vida como las tiene la Música. Así hay quien define la Música: “como a lo que suena la Vida”.
La Vida se hace patente tanto en formas unicelulares como en seres cargados de enorme complejidad como somos los humanos.
La Música se manifiesta en sus orígenes como un lenguaje simple de percusión evolucionando a partituras extensas y de gran complejidad para cientos de intérpretes y oyentes.
La Música basa su existencia en el sonido y el ritmo, sin estos suministros no es posible.
La Vida, no está impregnada de sonidos y ritmos a veces hasta desconcertantes?.
Gracias a la ciencia sabemos hoy que ciertas músicas ejercen notable poder sobre: animales, vegetales y humanos, esto podría permitírselo la Música si no fuera porque está tan cerca de la Vida y tan apegada a ella?.
La Vida es un torrente sin fin de estados de ánimos de colores diferentes sin embargo, cada uno de ellos tiene reservada su Música de manera exclusiva incluyendo a los más siniestros de todos: la guerra y la muerte.
A estos efectos, me parece muy acertado el pensamiento del maestro Barenboim cuando en su extraordinario libro: “El sonido es vida” dice:
“La Música nos enseña que tenemos que aceptar la inevitabilidad de un suceso que cambia de manera irrevocable el curso de los acontecimientos. Aunque después de una gran catástrofe uno pueda tener una sensación irracional de optimismo o de pesimismo, el flujo y reflujo de la vida, como el flujo y reflujo de la música, son innegables.”
Seguro que vosotros, posibles lectores de este post, si practicáis la reflexión que al principio cité, encontraréis entre Música y Vida muchas más aproximaciones más interesantes además que las por mí expuestas.
No tengo duda en pensar como NIETZCHE que la Música hace posible que merezca la pena vivir en la tierra.
Al ritmo de la lluvia enero 25.