
Segurísimo que la frase que abre el presente post es aplicable a muchas situaciones de nuestra vida cotidiana pero en el caso de la música debe ser siempre el fin último por excelencia.
Y, no solo para los intérpretes sino igualmente para los que acudimos como oyentes porque de cumplirse este objetivo se habrá hecho realidad la esencia fundamental de este arte.
A este respecto decía Nadia Boulanger:
“Como intérpretes tienen que tocar con honestidad, no para expresarse ustedes mismos, sino para expresar la música”
Esa honestidad de la que habla Boulanger debe suponer antes de llegar al escenario el abandono de todo tipo de problemas que puedan perturbar la entrega incondicional a la partitura que se trate e igualmente el abandono de significarse gestualmente cuando innecesario fuere.
Nosotros como oyentes, también tenemos la obligación de entregarnos en cuerpo y alma a la obra de arte que se nos ofrece. Aparquemos nuestros posibles problemas del tipo que sean, dejemos el móvil como dejamos el abrigo en el perchero; concentrémonos en lo que se nos da que no es otra cosa que tener la oportunidad de, por un momento poder ser mucho más felices que cuando traspasamos el umbral del auditorio o teatro.
Si a lo anterior añadimos un conocimiento histórico del compositor y de la obra que se pretende interpretar, cuestión hoy fácil de alcanzar gracias a internet, entonces el éxito quedará garantizado que es repito, la esencia de nuestro arte.
Otoño 2025