EL HOMBRE QUE SE INTERPRETÓ SU MARCHA FÚNEBRE
“El viaje más largo comienza cuando das el primer paso”.
(Lao Tzu)
Nunca pensé que las nuevas tecnologías (esta vez internet), me permitirían asistir en directo a un evento tan inesperado como singular a la misma vez visto con la perspectiva del tiempo.
El 16 agosto 2013, la cadena ARTE, retransmitía en directo el concierto de apertura del Festival de Lucerna que en la fecha, cumplía la friolera de 75 años y que se presentó bajo el slogan: “Viva la revolución”
Cerraba el programa del día la “EROICA” de Beethoven y como siempre, desde 2003, dirigía Claudio Abbado a la Orquesta del Festival.
Cuando mi amigo, tengo sobrada constancia de que así nos considerábamos, tenía 8 añitos de edad escribió en su diario: “algún día seré director de orquesta”, estaba dando ese primer paso al que Lao Tzu hace referencia en la cita inicial; cita que no albergo duda suscribiría gustoso si hoy estuviera entre nosotros porque a él, ¡ hombre de pocas palabras ! le gustaban las frases sencillas pero con enjundia filosófica.
A Claudio, así le gustaba que le llamaran, le duró 72 años la firme idea de ser Director de Orquesta (su viaje más largo) y, me consta porque algunas veces lo hablamos, que de toda esa gran carrera llena de éxitos , reconocimientos y de muchos sacrificios personales, los diez últimos años fueron los más felices de su artística profesión porque durante ese tiempo se liberó de la pesadumbre que supone estar ligado y comprometido con una institución musical (orquestas) con toda la carga protocolaria que ello supone. Estos años le dieron la oportunidad de reencontrarse como músico para afrontar los proyectos musicales que más ansiaba y lo que es más importante: rodeado por los muchos profesionales (élite musical mundial) con los que compartía la forma tan especial de hacer música y de entenderla.
Nunca, ni en este último período, abandonó una idea que siempre mantuvo en aras del futuro de la música: el pertinaz fomento del encuentro con la juventud para potenciar sus valores artísticos musicales. De ello, su último ejemplo en 2004 con jóvenes europeos fue la creación de la Orquesta Mozart de Bolonia de cuyos quehaceres ha dejado constancia en forma de grabaciones que han sido muy
reconocidas y premiadas, que pasarán a la historia de los CDS como el de la portada que recoge la imagen, premio ICMA 2015.
Por si este hombre, repito “hombre” porque me consta que esta palabra le encantaba, no hubiese tenido bastante con el “largo viaje de ser director de orquesta”, tuvo, como muchos humanos, que enfrentarse a la dolorosa experiencia del cáncer, al ser diagnosticado en el año 2000 de serios daños en su aparato digestivo lo que le obligó a su extirpación parcial. En 2003 y a este respecto, diría al diario francés Le Fígaro: “solo la música puede salvarme. El gozo de hacer música con mis amigos lo supera todo”.
Y, dando credibilidad a sus sinceras palabras, se puso manos a la obra y usando de su amistad con los mejores solistas del mundo (gentes con las que había trabajado en su dilatada trayectoria) conformó la plantilla de la Orquesta del Festival de Lucerna que estrenó en 2003 y de forma muy significativa con la sinfonía num. 2 de Mahler “Resurrección”.
Y, con esta, su orquesta y la de sus amigos (para gran parte de la crítica la mejor del mundo), consciente de que su plazo vital irremediablemente agotaba sus últimos días, decide programar para el verano 2013 la “Eroica” de Beethoven y darse, de forma tan solemne, la oportunidad de interpretarse su marcha fúnebre en colaboración con sus queridos amigos que, sabedores de su especial momento, así lo entendieron como se desprende del vídeo que de manera sobrecogedora asistió al momento y que ha quedado para la historia. Tu auto homenaje musical y a la misma vez despedida, te coloca en la misma postura filosófica que tu admirado Beethoven para quien, algo tan trágico como la muerte, suponía un hecho transitorio y no un final; prueba de ello que la marcha fúnebre que escribió para esta tercera, no la colocó al final sino en segundo lugar.
Estoy seguro, estimado amigo, que ésta tu última interpretación de la “Eroica” habrá sido la mejor de todo tu trabajo con el genio Beethoven porque en ella identifico la síntesis que cierto día expresara Hermann Scherchen sobre lo que debe ser una auténtica obra de arte musical.
Gracias Claudio por haber reforzado en mi persona dos conceptos que muy a menudo manejabas: “sempre se impara” (siempre se aprende) y “e importante ascoltare gli altri” (es importante escuchar a los demás). Lamento que nuestra amistad surgiera tan tarde pero me siento dichoso por la forma en que surgió, otros, reconozco, no han sido tan afortunados y sin embargo te han apreciado igual o incluso más que lo hago yo.
A Claudio Abbado, como agradecimiento por la música y la amistad que me dispensó en los últimos años de su vida.
(Claudio Abbado falleció el 20 enero de 2014 en Bolonia (Italia)
José Manuel Macias Romero
Otoño 2015