Una vez más, un pensamiento célebre por su contenido y propiedad, I. KANT, me provoca necesidad de, a mi modo, acercarme a reflexionar sobre un término con bastante frecuencia usado en el arte musical.
Posiblemente, cuando utilizamos el término GUSTO MUSICAL, nos refiramos al placer que nos provoca una determinada recreación sonora que porta posibilidades de belleza cuando su interpretación además se ajusta a lo correcto o incluso lo supera.
Para mi humilde entender, dos frentes son indispensables cuando hablamos de GUSTO MUSICAL: el más importante de origen genético, el artista tiene que venir dotado de una serie de cualidades que colaboren al fin deseado; el otro la experiencia y formación que el artista ha ido acumulando a lo largo de su vida profesional con el fin de servir de herramienta y complemento a la dotación genética de la que se es portador.
De este modo y cuando ambos frentes, trabajan al unísono y con toda su intensidad se conforma, a mi juicio, un GUSTO MUSICAL exento de intereses con la única finalidad por bandera de producir belleza y en este caso musical.
A estos efectos, decía IMMANUEL KANT:“Gusto es la facultad de juzgar un objeto o una representación mediante una satisfacción o un descontento, sin interés alguno. El objeto de semejante satisfacción llámase BELLO.”
En el presente contexto, no puedo asumir el refranero popular que sentencia: “ Para gustos… colores”, el filósofo, para mí, lo ha dejado suficientemente claro pero me encantaría saber que opináis vosotros sobre este particular concepto que acabo de abordar.
Como evidencia de lo anterior, os dejo este vídeo en el que el buen gusto musical comienza en el compositor Mozart y concluye en sus intérpretes.