LOS MOZART Y LAS ACADEMIAS

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La imaginación me traslada hoy a la década de 1760 y años posteriores; veo entonces a Don Leopold Mozart solitario, deambulando por el centro neurálgico de importantes ciudades europeas: Viena, Praga, Mannheim, Munich, etc. Expectante, aguarda el encuentro con alguna persona influyente de la ciudad que le pueda arrendar o ayudar hacerlo, una sala lo más grande posible para albergar un concierto (Academia) cuyo artista invitado sería su hijo Wolfgang Amadeus Mozart.

Leopoldo Mozart

(en la foto Leopold Mozart)

El empeño de Don Leopold en encontrar arrendador era desmedido porque estaba en juego la subsistencia económica de la familia así como la posibilidad de seguir enseñando a toda Europa el portento musical de su hijo. Cuando conseguía su propósito, tarea que no era fácil, se dirigía al periódico de la ciudad y redactaba un anuncio en el que se detallaba: lugar, fecha, hora, programa a interpretar y cuestión curiosa!!, se anunciaba que las entradas se venderían en puntos determinados de la ciudad y entre ellos la posada que ocupaban los Mozart; igualmente se decía que en la puerta de la sala, lugar de la academia, no se admitiría dinero en efectivo (puede que temieran un atraco).

Al margen del «boca a boca», no había más publicidad que esta breve reseña del periódico, entonces no existía la publicidad como hoy la concebimos.

Estas «academias» que el mismo Leopold cita en su colección de cartas y que surgieron a mediados del siglo XVIII, son las precursoras de todos los conciertos públicos que desde la fecha, al día de hoy, han tenido lugar en todo el mundo.

Con anterioridad a ellas, la música estaba reservada en exclusiva para las iglesias o para los salones de palacios de los diferentes reyes o príncipes. Constituye por tanto un signo de avance y progreso el hecho de que a través de las «academias» la música salga a la luz y llegue a las clases populares que se veían privadas de este arte.

Pero este avance, no se detiene aquí, el mismo pone de manifiesto la necesidad de contar con salas adecuadas para la expresión musical y de esta forma, en las capitales europeas de más tradición musical, comienzan a levantarse auténticos «templos» dedicados a la música que como en la época actual, competían entre ciudades para demostrar su poderío cultural y económico.

Concluyo con una cita textual de Don Leopold incluida en una carta a su hija:

«Academias a diario, siempre estudiando, música, escribiendo, etc. ¿A dónde puedo ir? Si por lo menos ya se hubiesen acabado las academias. Es imposible describir todo el griterío y el desorden: el piano de cola de tu hermano se ha trasladado, desde que estoy aquí, al menos dos veces desde la casa a la sala o a otra casa.»Wolfgang-amadeus-mozart_2

(En la foto W. Amadeus Mozart)

sello Verano 2017

 

 

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