Recientemente, un vecino de mi pueblo, conocedor de mis intereses musicales, tuvo el detalle de invitarme a conocer su tesoro más preciado.
En una espaciosa habitación de su casa, había ubicado un museo de aparatos receptores y transmisores de sonidos. El amable coleccionista, disponía en sus estanterías de una gran diversidad de radios, transistores, tocadiscos, etc., algunos de ellos contemporáneos de Hitler pero, a mi juicio, la gran joya de su extensa colección la ostentaba un magnífico fonógrafo de cilindro (grabador – reproductor ) que en mi presencia puso en funcionamiento su titular dejándome perplejo.
Le pedí autorización para fotografiar la histórica pieza y aquí os la presento
Este nuevo aparato, que revolucionó el mundo de la música y que nos legó en 1877 Don Thomas Alva Edison, como todo nuevo avance de la técnica cuando se dio a conocer, suscitó grandes recelos y en este contexto el compositor Arthur Sullivan, autor de varias operetas inglesas, después de asistir a una sesión en la que se demostraba el funcionamiento del fonógrafo, envió la siguiente misiva a Don Thomas:
«Querido Mr. Edison
Hablando en términos personales, sólo puedo decirle que estoy sorprendido y un tanto aterrorizado como resultado del experimento de esta noche pasada. Sorprendido ante la forma maravillosa en que Usted lo ha desarrollado, y aterrorizado al pensar ¡cuánta música horrenda y mala se grabará en discos y se conservará para siempre!.»»
Puede que a Arthur no le faltara razón pero omitió mencionar la cantidad de buena música que gracias al fonógrafo y posteriormente a sus sucedáneos DVDS, etc., quedó registrada para siempre.
Son los riesgos del progreso, consustanciales con sus propias contradicciones, ¡cada cual que tome el lado que le interese!, yo, desde luego, me quedo con su aspecto positivo: mostrarnos la buena música.
Otoño 2017.