Nacimos juntas, eso es lo que cada día predican más voces autorizadas y estudiosas sobre nuestros orígenes. Las dos tenemos nombres femeninos, las dos llevamos en nuestros genes: la tristeza-alegría, la negación-afirmación, la tempestad-calma, la tensión-relajación, la pasión-indiferencia, la seriedad-el humor.
Las dos estamos en todos los lugares imaginables, son muy pocos aunque algunos, los que rehusan de nuestra existencia y casi siempre esos pocos, no son culpables de ignorarnos, ellos, seguro que quisieran estar con nosotras pero pueden haber razones insalvables que no lo hagan posible y que nosotras, como entes racionales, comprendemos y disculpamos.
Una de nosotras, constantemente está enseñando cosas de la otra pero, paradójicamente y a la misma vez trata de que se olviden ciertas de esas cosas mediante un proceso de diversión que ahuyenta los posibles problemas que se presentan.
Las dos nos llevamos a las mil maravillas porque somos conscientes de que una, sin la otra, no tendría sentido; tenemos vocación de utilidad y buen servicio y jamás abandonaremos estos principios y aunque se nos pueda tildar de catastróficas, si algún día fallamos, todo habrá desaparecido.
Bueno, va siendo hora de que juntas, como siempre, nos presentemos:
Yo, me llamo LA VIDA y yo, me llamo LA MÚSICA y ambas nos consideramos a todos los efectos hermanas gemelas y quienes, con todo su derecho, puedan entender que estamos equivocadas que se esfuercen en hacer una profunda reflexión con toda tranquilidad sobre su existencia y entorno para que luego nos comente a qué conclusiones ha llegado; si las razones que se nos formulan fueran convincentes no dudaremos en hacer pública nuestra aprobación y felicitación.
Agradezco al Maestro Barenboim sus aproximaciones filosóficas sobre VIDA Y MÚSICA.
Sin ellas, posiblemente, el presente post no hubiera surgido.
José Manuel Macias Romero
Muy cerca ya la Primavera 2018.