«No deja de ser curioso que un músico de familia judía haya redescubierto la música del más importante de los compositores cristianos.»
(Felix Mendelssohn, en tono de broma)
Es la tercera vez que me ocupo de Mendelssohn en el presente blog; casi con toda seguridad puedo adelantar que no será la última porque es tanta la pasión que le profeso que probablemente, cuando menos se espere, retorne a su obra y figura.
Y es que como dice el profesor Luis Angel de Benito, la música de este artista es: transparente, fresca, noble y accesible a todas las personas. Atributos que parecen no encajar con la visión de una élite de musicólogos «rebuscados» que huyen de todo aquello que pueda sonar a popular.
Hoy mi referencia mendelssohnniana se centra en su tercera sinfonía llamada «escocesa» y su tercer movimiento adagio de diez minutos aproximadamente de duración según versión, puede ser sin lugar a duda una de las páginas más bellas que se hayan escrito en la historia de la música.
Aquí puede, si lo desea, disfrutar de una excelente versión de esta obra.
Con 21 años de edad se encontraba Mendelssohn en Edimburgo y en la ocasión escucha a un grupo de gaiteros una de sus melodías le inspiran el tema del segundo movimiento en forma de sonata. El primer movimiento, de carácter brumoso y doloroso está inspirado en un típico castillo escocés muy grisáceo. Muy discutido en su tiempo fue el movimiento final de la sinfonía también en forma sonata por el hecho de que acabe con un himno grandioso que no gustaba sobre todo a los «rebuscados» citados antes.
De este himno final decía su autor: «Debe sonar como un coro de voces masculinas perfectamente ensamblado.»
Termino aclarando la frase inicial: Estrenada la Pasión según San Mateo de J.S. Bach, se guardó la partitura y hasta pasados cien años no la desempolvó Mendelssohn, por cierto con un éxito impresionante y desde entonces no ha vuelto a coger polvo en las estanterías.
Y, ahora, sí acabo pero con esta gran frase de un gran genio:
José Mel. Macias Romero
Verano 2019.