«La música es un mundo dentro de sí mismo, es un lenguaje que todos entendemos.» (STEVIE WONDER)
Precisamente por lo que dice Stevie Wonder, la música como cualquier arte, es también terreno abonado para las fobias. Cualquiera que tenga algún amigo músico habrá comprobado que en el fondo de su personalidad puede anidar una fobia relacionada con su profesión: a la música contemporánea, a interpretar en cierta sala, a un determinado compositor o director, etc., etc.
Hay un caso en la historia de la Música que llama poderosamente la atención: W. Amadeus Mozart y su fobia hacia la trompeta y a tales efectos cuenta Andreas Schachtner, músico que solía frecuentar la casa de los Mozart y relata sobre el niño prodigio:
«Casi hasta los 10 años sintió un horror irracional por la trompeta, sobre todo cuando la tocaban sola sin ningún acompañamiento, bastaba con que le enseñaran una trompeta y le hacía el mismo efecto que si le hubieran puesto sobre el corazón una pistola cargada.
El padre, en su afán por librarle un día de este terror infantil, me pidió que tocase cerca de él, a pesar de su rechazo.¡Dios mío, nunca debí haberle obedecido! Apenas percibió el sonido estrepitoso del instrumento, palideció, empezó a desvanecerse, y si yo hubiera continuado, seguramente habría tenido convulsiones.»
Claro, Mozart por razones obvias no pudo conocer los sonidos que un experto como Maurice Andre sacaba a un bonito instrumento como la trompeta pero vosotros ahora podéis, si queréis, admirar a este ilustre trompetista, os dejo unos minutos con él.
José Mel. Macias Romero
Invierno 2020