FRANZ JOSEPH HAYDN (1732/1809) que aparece en la foto, conocido mundialmente como Joseph Haydn «padre de la sinfonía y del cuarteto de cuerdas» por el intenso y productivo trabajo que hizo en estos géneros musicales, escribió en 1772 su sinfonía num. 44 (Hoboken I/44) en la tonalidad de «mi menor», de ella quiero ocuparme a partir de ahora.
El primer contacto que tuve con esta, para mí, maravillosa sinfonía, data del 3 de julio del año 2000. Asistía en Freiburg in Brisgovia (Alemania) al examen final de Solistas en el que intervenían: la orquesta de la Universidad, el violinista Daishin Kashimoto (hoy concertino de Filarmónica de Berlín) y Lucas Macias Navarro (oboísta, hoy Director Titular de la Oviedo Filarmonía), todos bajo la dirección de Heinz Holliger. Al margen de las obras que examinaban ante el Jurado y público que abarrotaba la sala a Daishin y a Lucas, se hallaba esta sinfonía llamada «Trauersinfonie» (sinfonía Fúnebre).
(Recuerdo sonoro del evento que cito grabado por los técnicos de la Universidad)
Desde entonces me encuentro atrapado por esta maravillosa música a la que acudo en infinidad de ocasiones y, no seré el único atrapado por ella, dado que hasta el mismo autor de la obra: Haydn, dejó dicho a sus amigos más cercanos: «les ruego que en mi funeral suene el adagio de mi sinfonía fúnebre.»
La grandeza, siempre para mí, de la composición radica en que supera la tristeza a pesar de su tonalidad menor que por regla general invita a ello; cuando la oigo se estimulan mis ganas de vivir y no de morir. Espero y deseo que si alguien se acerca a ella y en youtube hay una excelente versión de John Eliot Gardiner, le ocurra lo mismo que yo siento las reiteradas veces que la oigo.
El destino ha querido que 20 años después pueda volver a disfrutarla en directo, esta vez si la Covid me lo permite en la bella y limpia Oviedo con su magnífica orquesta y bajo la dirección Lucas Macias Navarro; por todo ello creo que es una obra para la Muerte y… para la Vida.
Aficionado José Mel. Macias Romero
Verano 2020