«Toda enfermedad es un problema musical; toda cura es una solución musical.»
(NOVALIS)
Hace 30 años comenzó mi particular admiración, humana y artística hacia NIKOLAUS HARNONCOURT.Al principio, año 1991, limitada a escuchar parte de la gran cantidad de CDS que tuvo a bien grabar, entre ellos la muy vendida integral de las sinfonías de BEETHOVEN con la Orquesta de Cámara de Europa que fundó Claudio Abbado.
Más tarde, viéndole en los muchos vídeos que igualmente grabó con distintas pero excelentes formaciones orquestales, todas de primer nivel.
Por último, hace aproximadamente 10 años continué interesándome por sus pensamientos sobre música y su forma de entenderla y explicarla y para ello nada mejor que conocer algunos de sus libros publicados: La música es más que palabras; La música como discurso sonoro y Diálogos sobre Mozart.
Este hombre, que en ocasiones se tomaba con exquisito humor su configuración fenotípica (especialmente su rostro con ojos bastantes saltones) y como testigo de ello la anécdota que me contó un amigo miembro de la Orquesta del Concergebouw:
«Después de un ensayo se acercó mi amigo pidiéndole a Nikolaus una foto como recuerdo y le contestó: ¿cómo se te ocurre retratarte con un tío tan feo?. Mejor dejémoslo para mañana y mientras te lo piensas. Al día siguiente accedió al retrato para el disfrute de su admirador músico.»
Pero, en cambio, todo lo concerniente a la música se lo tomaba con una seriedad, rigurosidad y profundidad en el estudio que me cuesta ver hoy en profesionales de su rango.
Casi siempre fue muy bien recibido por los diferentes profesionales de las orquestas que dirigía, ya que como chelista que fue de la Sinfónica de Viena, sabía y entendía a la perfección todos los problemas inherentes a la profesión. Cualquier obra musical del programa a interpretar era para el una excelente ocasión para abordar con la orquesta: la historia de la composición, las posibles motivaciones del compositor, la política social imperante cuando se gestó la partitura, etc., en definitiva un trabajo integral y transversal como ahora se dice que era del gusto de la mayoría de los músicos.
Desde niño y en su casa, acompañado de su familia, trabajaba duramente la música de cámara, más tarde con la Sinfónica el repertorio propio y cansado de trabajar con los directores de turno, abandonó su buen puesto para iniciar una nueva aventura como director.
Este mes de marzo se han cumplido 5 años de su fallecimiento, su herencia musical y pedagógica siempre será aplaudida porque su dedicación al arte de la música no pudo ser más intensa, acertada y honesta.
No creo equivocarme al pensar que NIKOLAUS como NOVALIS opinarían lo mismo sobre música y enfermedad, ya que en uno de sus muchos discursos se expresaba así:
«Toda pieza musical tiene un efecto en cada oyente: nos relaja, nos alivia, nos transmite armonía, belleza o nos infunde desasosiego y tensión, nos ofrece una visión de lo terrible, nos estimula y nos empuja a pensar o hacer algo, y en ocasiones tan sólo nos impacienta porque nos hace perder el tiempo absurdamente.»
Nikolaus Harnoncourt, en la ocasión muy favorecido en mi opinión.